He
preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado.
Silvio
Rodríguez
Dr.
Bosco González Jiménez.
Comisión
de memoria y derechos humanos.
Las “virtudes”
de un orden político no pueden ser evaluadas por la prolongación de éste en el tiempo
histórico; no es más eficiente el
régimen que dura más años…a pesar de todo. La fuerza y capacidad de estabilidad
de un orden político radica necesariamente en la existencia de la participación
efectiva y deliberada de la sociedad civil en su constitución, ahí vive la base
de su buena salud y legitimidad (Jürguen Habermas), a partir de ello es
posible sostener que la responsabilidad de un estado promover el orden social…
efectivamente cuando ese orden es el orden que se han dado todos para convivir.
Respecto de esto,
es posible manifestar la existencia de un cierto consenso en la
historiografía chilena que indica que la conformación del estado Chileno se erige
sobre la base de la exclusión y marginación de amplios sectores de la sociedad
civil, quedando fuera de ella diversas formaciones sociales internas, como es
el caso de los pueblos originarios siendo expresión de esta disposición el
proceso de “Pacificación de la Araucanía” en el sur, la Chilenización a
comienzos del siglo XX en el norte grande, y también, el despliegue del estado de Chile en la
Araucanía a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Un estado que se
constituye por fuera de un pato social democrático encuentra la fuente de su
prolongación relativa en el uso cíclico de la fuerza como medio para
regular/despolitizar a los actores sociales.
No
son 30 pesos, son 200 años…
Los acontecimientos que hoy vivimos no son ni serán
una novedad para la historia de nuestro país, una vez más, a costa de sangre, fuego y lagrima, diversos
segmentos sociales le exigen al estado ser considerados en la formación del
país bajo un lema más o menos generalizado pero muy necesario,
#NuevoPactoSocial para un #Nuevo Chile.
Lo que hoy se propone desde algunos sectores de la
población no se puede reducir a una lectura coyuntural del malestar social, no
se trata solamente de que “no son 30 pesos sino 30 años”.
El problema que vivimos como sociedad es bastante más
complejo y ancestral por lo que requiere respuestas mucho más radicales desde la capacidad
generativa de la sociedad civil, como desde la capacidad de flexibilidad de la
institucionalidad vigente.
El “Estado
Chileno” desde su conformación hasta la actualidad ha dejado fuera de las
soluciones políticas estructurales a las grandes mayorías sociales siendo
Balmaceda y Salvador Allende dos de los actores políticos que intentaron
revertir esta tendencia entre fines del
siglo XIX y durante el XX, con las consecuencias que todos conocemos.
No es posible pensar en la incorporación de las
grandes mayorías a la institucionalidad sin modificar su origen, por ello es
por lo que se requiere de la capacidad creativa de la sociedad civil su
disposición a asumir el poder generativo como una herramienta, y la
flexibilidad (voluntad política) de
una institucionalidad evaluada hasta
ahora como medieval.
De lo que aquí se trata, y es lo que posiblemente no
pueda ser resuelto en la presente coyuntura, pero si instalado como idea y
practica, es el hecho de que Chile como país no requiere exclusivamente un
#NuevoPactoSocial, dado que nunca ha existido un pacto social real, solo han
existido acuerdos sociales formados en una racionalidad formal (Weber) que no es representativa de las amplias
mayorías productivas.
En este sentido, el llamado a un #NuevoPactoSocial es
importantísimo, pero en este caso no debemos dejar de señalar que debe ser con
todos! Para que sea el comienzo del el primer pacto social efectivo en la historia de Chile, en ese punto preciso
habita la radicalidad de las luchas que las clases medias y segmentos de los
sectores populares dan hoy.
Enséñanos
ese misterio, para hacer con luz un país [1]
La radicalidad de las movilizaciones sociales actuales no radica necesariamente en
las formas de lucha, sino en la posibilidad de pensar en la fundación de un
país que ha estado 200 años imposibilitado de ser nación. La salida a la actual
coyuntura política en un sentido que transforme nuestra manera de ser como
sociedad, pasa necesariamente por la conformación e institucionalización
progresiva de un poder constituyente de carácter generativo que sea capaz de
convocar a todos los sectores de la sociedad a pensar un #Nuevo Chile.
La capacidad conformar un #NuevoPactoSocial -que dé
garantías de estabilidad y plena participación a las mayorías- requiere de que
el imaginario social instituyente e instituido
adquiera una forma institucional propia, modifique la existente y se
haga cargo del poder que le corresponde, negar la dimensión instituyente de la
sociedad, el encubrimiento del imaginario instituyente e instituido, va de la
mano de la creación de individuos convencionales, cuyos pensamientos y vidas
están dominados por la repetición, cuya imaginación radical está reprimida al grado
máximo. (Cornelius Castoriadis)
El imaginario social instituyente e instituido, junto
con desplegar sus planteamientos debe modificar la estructura de la
institucionalidad como condición básica para su inclusión, podrá instalar sus
contenidos programáticos en la medida sea capaz de transformar la
institucionalidad vigente, condición para hacer efectiva su capacidad
generativa y creación histórica y de paso enseñarles de una vez por todas a instituciones medievales
de la sociedad Chilena, que el poder existe para crear la sociedad y no para
servirse de él, ni mucho menos
estabilizar una fuerza viva imposible de detener.
[1]
Cantautor Raúl Torres.
[2]
Se agradece la colaboración del ingeniero Francisco Advis. Especializado en
Filosofía y Física Cuántica.
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